La Reforma en el Palatinado

El Palatinado 

Alzándose sobre las orillas del río Neckar se encuentra la ciudad de Heidelberg la cual fuera, en algún momento, capital de un territorio llamado Bajo Palatinado, éste, junto con sus regiones superiores, formaban el Palatinado (Pfalz alemán) que, a su vez, era uno de los territorios más importantes del Sacro Imperio Romano.

El gobernador del Palatinado, también llamado "conde" o más comúnmente "elector", era uno de los siete electores que tenían la responsabilidad de nombrar a un nuevo emperador siempre que fuera necesario. Además, el elector del Palatinado servía como emperador interino o mayordomo imperial cada vez que había una vacante para tal cargo debido al deceso del gobernante ó a otras circunstancias trágicas.

Baste decir entonces, que la ciudad de Heidelberg no sólo era una ciudad importante dentro del Palatinado sino que, dadas las importantes responsabilidades que su elector tenía para el Sacro Imperio Romano, su influencia sobrepasó con creces su tamaño.

Así pues, el Catecismo de Heidelberg nació en una ciudad que era tan relevante como bella.

Reforma religiosa

Si bien el Catecismo de Heidelberg no se escribió sino hasta 1563, una reforma espiritual había venido sucitándose en el Palatinado durante muchos años antes de esa fecha. De hecho, lo que comenzó con Martín Lutero cuando clavó las noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg el 31 de Octubre de 1517, pronto se dejó ver también en Heidelberg. En abril de 1518 Lutero viajó a Heidelberg para sostener un debate en la reunión anual de los monjes agustinos, allí, Lutero presenta las Tesis de Heidelberg, cuarenta en total, las cuales hacen un llamado claro y fundamentado a mirar a la cruz de Cristo como único medio de salvación. 

La presentación que Lutero hizo de estas tesis no parece haber tenido un gran efecto inmediato en la ciudad o en sus ciudadanos. Tal vez esto se debió, en gran parte, al hecho de que el elector en ese entonces, Ludwig V (1478-1544), se mostró evasivo al respecto de todo el asunto de la reforma en su territorio. Ludwing estaba más interesado en la política y en la caza que en la enseñanza y la vida santa. 

Sin embargo, durante la década de 1520 algunos líderes reformados empezaron a exigir un cambio. Heidelberg era una ciudad universitaria y algunos de los catedráticos comenzaron enseñar desde una perspectiva protestante, además, Wenzel Strauss, uno de los predicadores de la iglesia principal, la Heiliggeistkirche, no tenía miedo de predicar la salvación sólo por la verdadera fe en Cristo, de hecho, Strauss se volvió popularmente conocido como " la trompeta evangélica. " Heinrich Stoll fue otro predicador en Heidelberg que no tenía miedo de hablar y trabajar en favor de la Reforma. 

El sucesor del elector Ludwig V, Federico II, fue mucho más abierto a la Reforma. En 1546 incluso promovió una serie de reformas religiosas en el Palatinado, sin embargo, a pesar de que el elector Federico II era un hombre influyente, no era ni remotamente tan poderoso como el emperador Carlos V quien era un fiel católico romano. Además, luego de que la Liga de Esmalcalda -una alianza de príncipes protestantes- perdiera una batalla contra el ejército imperial, Carlos V estaba particularmente seguro de que la Reforma sería suprimida tanto en el Palatinado como en otros lugares. Posteriormente en 1548 dicho emperador promulgó el Interim Augsburgo que esencialmente requería que todos los territorios bajo su gobierno volvieran a las enseñanzas y prácticas de Roma. 

Aunque el Interim fue un revés para la Reforma, éste ciertamente no la detuvo, la resistencia contra dicha promulgación culminó con la Paz de Augsburgo de 1555; este nuevo decreto permitía que cada príncipe local decidiera sobre la dirección religiosa de su región. La política de la Paz de Augsburgo podía resumirse entonces, en la frase latina: Cuius regio, eius religio (traducida libremente: "quien [gobierna] la región [es] quien [decide] la religión") .

Al año siguiente, en 1556, el elector Federico II fue sucedido por Otto Henry (Ottheinrich) quien era un fuerte partidario de la Reforma. Henry no sólo trajo un nuevo orden a la iglesia y promovió el uso del Catecismo de Wittemberg en la educación, sino que también envió un equipo de visitación eclesiástico a todas las congregaciones locales para determinar cuál era el estado espiritual real de su territorio. Los resultados que volvieron no fueron alentadores, los ministros no estaban bien educados, las congregaciones no estaban bien alimentadas y las supersticiones y las tradiciones estaban más arraigadas que el conocimiento de la Escritura y de la vida santa. El elector Otto Henry estaba ansioso por cambiar todo eso y de hecho comenzó bien pero sus nobles esfuerzos se vieron truncados cuando murió sólo tres años después de convertirse en elector. Se le dejó al nuevo elector, Federico III, sobrino de Otto Henry, la tarea de continuar lo que su tío había comenzado. 

Reforma Educativa

Los cambios sustanciales que se llevaron a cabo en el siglo XVI, no sólo cundieron en las iglesias sino también en las escuelas. Durante mucho tiempo, la educación formal fue predominantemente un privilegio de los ricos. Las clases en estas escuelas eran impartidas en latín, sin embargo, mientras el siglo XVI avanzaba también lo hacía la conciencia de que la educación no debía limitarse al latín o simplemente para los ricos. Como resultado, se establecieron muchas escuelas alemanas, en ellas el plan de estudios para niños y niñas se componía de tres elementos esenciales: lectura, escritura, y ... ¡catecismo!

Tomando en cuenta la reforma religiosa y educativa que se estaba produciendo en el Palatinado, no es de extrañar que existiera la necesidad de un catecismo bueno y sólido. Tal catecismo podría unificar y consolidar la reforma religiosa y al mismo tiempo cubrir una necesidad básica en el currículo impartido a los jóvenes ciudadanos -y futuros líderes- del Palatinado.