Fuentes
Compárese ahora con lo que el Catecismo de Calvino dice al respecto:
Es Él quien envía la lluvia y la sequía, el granizo, la tempestad y el buen tiempo, la fecundidad y la esterilidad, la salud y la enfermedad. En resumen, todas las cosas están bajo su mando ... (Respuesta 27).
Parece razonable asumir entonces que los autores del Catecismo de Heidelberg utilizaron el catecismo de Calvino para el Día del Señor 10.
El Catecismo de Heidelberg y la Breve Confesión de Teodoro de Beza (1559):
Durante sus estudios en Francia, Gaspar Oleviano también conoce a Teodoro de Beza. Oleviano valoraba el trabajo de Beza y, al parecer, traduce la Breve Confesión del latín al alemán. Tal vez, de alguna manera, los elementos de la confesión de Beza también se filtraron en el Catecismo de Heidelberg. Consideremos, por ejemplo, la redacción del Día del Señor 2; para responder a la pregunta acerca de si podemos obedecer perfectamente la ley, la respuesta de Heidelberger dice:
No, estoy inclinado por naturaleza a odiar a Dios y a mi prójimo (Respuesta 5).
Nótese qué similar es esta respuesta a la de la confesión de Beza que incluye la siguiente aseveración:
Nuestra naturaleza [caída] es tan inclinada a la corrupción que todos los hombres son viles para con Dios y odiosos hacia su prójimo (Artículo 4).
El Catecismo de Heidelberg y el Catecismo Menor de Ursino:
Hay, sin embargo, una fuente del Catecismo de Heidelberg sobre la que no podemos dudar, esto es, el propio y pequeño Catecismo Menor de Ursino que probablemente fue escrito a finales de 1561 o a principios de 1562, poco después de que Ursino llegara a Heidelberg. Un par de comparaciones breves del Día del Señor 1 ilustrará esto. El Catecismo de Heidelberg comienza de esta manera:
Pregunta: ¿Cuál es tu único consuelo en la vida y en la muerte? Respuesta: Que yo no me pertenezco a mí mismo sino que pertenezco en cuerpo y alma, tanto en la vida como en la muerte, a mi fiel Salvador Jesucristo. Él ha pagado totalmente por todos mis pecados con su preciosa sangre y me ha liberado de todo poder del diablo...
Paralelamente el Catecismo Menor de Ursino comienza con estas palabras:
Pregunta: ¿Cuál es el consuelo por el cual tu corazón se sostiene en la vida y así mismo en la muerte? Respuesta: Que Dios ha perdonado todos mis pecados verdaderamente a causa de Cristo y me ha dado la vida eterna para que con ella yo le glorifique para siempre.
El Catecismo de Heidelberg continúa de manera similar:
Pregunta: ¿Qué es lo que necesitas saber para vivir y morir en la alegría de este consuelo? Respuesta: Primero, cuán grandes son mis pecados y mi miseria; segundo, cómo he sido librado de éstos y, tercero, cómo debo agradecer a Dios por tal liberación.
Lo que el Catecismo Menor expresa así:
Pregunta: ¿Qué nos enseña la Palabra de Dios? Respuesta: Primero, nos muestra nuestra miseria; segundo, cómo somos libres de ella y, tercero, la gratitud que debemos mostrarle a Dios por esta liberación.
Así, el Catecismo Menor de Ursino parece ser lo que podríamos llamar un primer borrador del Catecismo de Heidelberg. Lo demás se compone por formulaciones de Ursino más refinadas así como por ideas adicionales de los otros autores.
El Catecismo de Heidelberg y Una base firme de Oleviano:
En 1567 Gaspar Oleviano publicó un catecismo llamado Vester Grundt o Una base firme. Este documento en particular pudo haber existido ya hacia 1563 pero probablemente cuando el año estaba ya avanzado. Puesto que el Catecismo de Heidelberg fue publicado de inmediato a inicios del año, el 19 de enero de 1563, es más probable que Una base firme fuera una breve explicación y una extensión por parte de Oleviano de algunos "Días del Señor" del Catecismo de Heidelberg. En cualquier caso, es difícil determinar qué tipo de relación existía entre ambos escritos. Lo que está claro es que no hay mucha coincidencia entre el texto de Una base firme y el Catecismo de Heidelberg.
En suma, pues, los autores del Catecismo de Heidelberg no empezaron con un pedazo de papel en blanco, ¿y por qué habrían de haberlo hecho?, otros ya habían alcanzado a expresar ciertas verdades de las Escrituras con frases cortas y fáciles de comprender; en vez de volver a inventar el hilo negro de la catequesis, los autores del Catecismo de Heidelberg se levantaron sobre los hombros de sus padres y hermanos mayores en la fe y, apoyándose allí, llegaron aún más alto para producir uno de los mejores catecismos que se hayan escrito.