Ediciones y Recepción

Es seguro decir que tan pronto como se publicó el 19 de enero de 1563, el Catecismo de Heidelberg atrajo mucho la atención; atención tanto positiva como negativa. El lado positivo se pudo percibir a través de las numerosas ediciones que se publicaron del Catecismo -en un periodo bastante corto de tiempo-, así como sus distintas traducciones. Del lado negativo de la historia encontramos algunas críticas interpuestas contra el Catecismo.
 
Ediciones y Traducciones
 
Ya en su primer año de publicación, la versión alemana del Catecismo de Heidelberg tuvo cuatro ediciones e impresiones hechas por separado. La siguiente lista da una idea de los detalles más importantes:  
 

-Primera edición (enero): Esta edición contiene el prólogo original de Federico III, pero no contenía la pregunta 80 relativa a la misa papal.

-Segunda edición (marzo): En esta edición se añadió una versión corta de la pregunta 80 condenando la misa papal.

-Tercera edición (abril): En esta edición se añadió una versión más larga de la pregunta 80.

-Cuarta edición (?): El texto de esta edición es el mismo que el de la tercera, pero añade un prólogo diferente, más corto, que explica y defiende la necesidad de la enseñanza del catecismo

De igual modo, también en 1563, el Catecismo se publicó en Latín. De hecho, este había sido el plan del elector Federico III desde el principio; ya fuera que los hijos del Palatinado estuvieran siendo instruidos en escuelas de habla alemana o habla latina, el quería que todos aprendieran del mismo Catecismo. 
 
De hecho, en 1563, apareció otra publicación del Catecismo, una traducción al neerlandés que ha ocupado, desde entonces, un lugar privilegiado en la vida de la iglesia reformada de los Países Bajos.

Así pues, en el mismo año en que se publicó el Catecismo de Heidelberg, hubo cuatro ediciones y dos traducciones, aunque pronto siguieron más: al inglés en 1572, húngaro (1577), francés (1590) y griego (1609).

La creciente lista de traducciones continúa hasta hoy día. Este sitio se esfuerza por reunir la mayor cantidad posible de esas traducciones. Usted puede encontrar nuestra colección actual aquí.

Crítica al Catecismo de Heidelberg

Tan pronto como el Catecismo vió la luz, varios personajes reaccionaron fuertemente contra él. Uno de los críticos fue Tilemann Heshusius quién escribió un panfleto titulado, Verdadera advertencia contra el Catecismo calvinista de Heidelberg, junto con una refutación de varios errores contenidos en el mismo. Por supuesto, dado su pasado, y no tan agradable historia en Heidelberg (ver aquí), es posible que él tuviera un interés personal. 

Heshusius estuvo acompañado por Matías Flacius que escribió Refutación de un corto Catecismo calvinista alemán (1572). Ambos hombres eran luteranos, sin embargo, los católicos también criticaron el Catecismo. Por ejemplo, Engelbertus Kenniphovius escribió Una refutación del Catecismo de Heidelberg. 

En 1564, el principal autor del Catecismo, Zacarías Ursino, salió a su defensa, por escrito, respondiendo a las críticas de varios teólogos. Sin embargo, la defensa más conmovedora del Catecismo, sin duda, provino del hombre que dio el impulso inicial para su elaboración, que no era otro que el propio elector Federico III. 

Citado a comparecer en la Dieta de Augsburgo de 1566, a Federico III se le pidió que defendiera el Catecismo de Heidelberg ante una audiencia abiertamente hostil, la cual incluía al mismísimo emperador Maximiliano II. El elector se puso de pie y habló de la siguiente manera: 

Por lo que respecta a mi catecismo, yo mismo lo confieso. En sus márgenes está tan sólidamente fundado en la Sagrada Escritura que ha demostrado ser irrefutable. De hecho, hasta este momento ustedes no ha logrado probar lo contrario y espero que, con la ayuda de Dios, seguirá siendo irrefutable durante un largo periodo de tiempo en lo porvenir... 

Si resultare que alguien, ya sea joven o viejo, culto o sin educación, amigo o enemigo o el más humilde siervo de la cocina o el establo pudiera instruirme o informarme de mejor manera y sobre la base de la Palabra, acerca de las Escrituras del Antiguo y el Nuevo Testamento, fuera de las cuales no hay salvación, le estaré, entonces, agradecido a él y a Dios, y ofreceré, pues, la obediencia requerida al Señor y a su Santa Palabra. Si en esta asamblea hubiera algún señor o algún amigo mío que quiera hacer esto, entonces me encantaría oírlo; podemos hacer traer inmediatamente una Biblia aquí .... 

Pero, si por el contario, mi más humilde confianza resultara traicionada y a pesar de esta cristiana y honesta oferta mía, alguien tomara medidas en mi contra o tuviera la intención de hacerlo, me consolaré, entonces, en la segura promesa que me ha sido dada a mí y a todos los creyentes, por mi Señor y Salvador Cristo Jesús, de que todo lo que pierda por el bien de Su Honra y Su Nombre, será restaurado cien veces más en el otro mundo. Con este deseo me encomiendo a la gracia de Su Majestad Imperial. 

Al escuchar la defensa que el Elector hizo del catecismo, un miembro de la corte imperial dijo: "Federico, tú eres mejor hombre que cualquiera de nosotros" a lo que otro agregó: "¿por qué atacas a este hombre?, él es más piadoso que cualquiera de nosotros ". 

Y así, a pesar de las críticas, el Catecismo de Heidelberg fue defendido en la misma forma como fue escrito: con la Santa Palabra de Dios, y es que sólo la Palabra inspirada de Dios le da al Catecismo su valor y belleza permanentes. 

Nota: Algunos de los detalles y citas en esta sección se han tomado de: Van't Spijker, Willem. El Libro de Consuelo de la Iglesia (Grand Rapids, 2009), 56-58.